Remontar el vuelo

 

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Título: El fin de una época. Sobre el oficio de contar las cosas.

Autor: Iñaki Gabilondo

EditorialBarril & Barral

Primera edición: Septiembre de 2011, Barcelona

Número de páginas: 174

Idioma: Castellano

Precio: 8,95 €

Iñaki Gabilondo escribe «El fin de una época» para reflexionar sobre los cambios que ha vivido la profesión desde que entró en la radio con tan sólo 21 años. A través de las 174 páginas medita sobre la realidad de la profesión, por qué los ciudadanos cada vez se ven más separados de los medios de comunicación, qué es lo que se ha hecho mal para que él se sienta decepcionado y desilusionado.

A través de sus palabras también trata de recetar las píldoras necesarias para sanar al enfermo. ¿Qué es lo que le hace falta para conseguir estar al lado de los ciudadanos? Entre otras muchas razones, sobresale la crítica a la falta de ética de los profesionales, que se han puesto de parte del poder, en lugar de los ciudadanos. La búsqueda de la máxima rentabilidad por encima de los valores, todo bajo la bandera de la «libertad de expresión».

Iñaki Gabilondo es un reconocido periodista en España, y con «El fin de una época» ha querido plasmar toda su opinión acerca de cómo ve la profesión en la actualidad, y qué es lo que cree que ha cambiado desde que empezó en 1963.

Pese a no haber vivido la misma época del periodismo que Gabilondo, coincido en toda y cada una de las exposiciones del periodista. Salvo en una cosa, que sea difícil revertir la situación.

El periodista cree que se están perdiendo los valores por una razón: el dinero. Ahora, lo primero que se hace es mirar las audiencias. No se tiene en cuenta qué es lo que le beneficia al espectador/lector/oyente. Gabilondo opina que en la actualidad reina el espectáculo, hasta en los telediarios, donde tratan de enganchar a los espectadores que vienen de ver un programa con esas características.

El periodista pone énfasis en la formación de la calle. No cree que al profesional de la comunicación se le tenga que medir por sus notas académicas ni por sus máster, sino que tiene que salir a la calle, conocer qué es lo que pasa en el barrio, en los juzgados, en el hospital, la iglesia. Empaparse de lo que pasa a su alrededor, abrir la mente, estar preparado para cambiar de opinión. Gabilondo sostiene que la voluntad, la tenacidad, el trabajo, el afán de aprender, el intento de mejorar, la humildad para reconocer el error y la integración en equipo son las cualidad capitales.

Gabilondo critica el periodismo actual porque «busca la máxima rentabilidad de cada actividad hasta el punto de afectar el propio ejercicio del periodismo». Llega incluso a decir que se está modificando la ética profesional de algunos periodistas que se entregan a estos objetivos.

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Captura de pantalla 2011-02-24 a las 20.58.14En el libro destaca la labor de Manu Leguineche y Evaristo Canete. Profesionales que alaba por su trabajo de reporteros en diferentes guerras. Y es que, Gabilondo cree que los enviados especiales engrandecen a los medios, pero ya no sobreviven aquéllos que se lo puedan permitir.

Por encima de todo, subraya la necesidad de que exista la gente. Personas que no sean individualistas, que tengan preocupación por el prójimo, para que el periodismo pueda resistir en el tiempo.

Por último, reproduzco un fragmento del libro, en el que expresa cómo se siente ante la situación que está viviendo: «Como expliqué en mi despedida televisiva, me he sentido decepcionado, desanimado, me he sentido incluso escéptico; pero no me rindo. Sigo siendo uno de los nuestros. Sigo perteneciendo a quienes compartimos una misma concepción del periodismo, de la política, de la vida en fin. Sin duda, me siento desengañado, herido, con las ilusiones marchitadas y los sueños apolillados, pero no tengo intención de rendirme ni de abandonar mis ideales. Lo que suceda en mi futuro profesional, (…) jamás se adecuará a la lógica interna que subyace en muchos de estos juegos, pues yo pienso morirme siendo uno de los nuestros».

«Es necesario que se quede alguien de guardia en nombre de la sociedad para explicar cómo se porta el poder y para vigilar que no abuse de nosotros aprovechando que estamos distraídos contándonos la vida del otro», pág 27.

«No sirve la prepotencia de preguntar: ¿Dónde pone que es delito?. Uno debe llegar hasta donde haya decidido colocar la raya que la detiene», pág 45.

«Lo que permite a un periodista sobrevivir en el mundo de hoy no es aprender muchas lenguas, sino conocer cuáles son los distintos idiomas de la sensibilidad de la vida», pág 59.

«Pedro J. Ramírez hubiera podido ser el mejor periodista del país si se hubiera dedicado a este oficio, pero se ha dedicado a otro: al oficio de querer mandar sin presentarse a las elecciones», pág 77.

«Siempre he preferido tener un poco menos de información y en cambio un poco más de independencia que un poco más de información y un poco menos de libertad», pág 81.

 

 

Quien no arriesga no gana

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Toni Martínez periodista valenciano, ha dedicado su vida a lo que mejor sabe hacer: informar. Es uno de esos periodistas amantes del papel y la tinta que confía en el poder de la prensa escrita y en sus lectores para que una de las tradiciones más importantes no desaparezca. La crisis económica mundial no sólo ha llevado al cierre de periódicos que veían cómo sus ingresos caían en picado y los dirigían hacia un futuro dramático y desolador sino que también ha incentivado a muchas personas a buscar nuevas formas  para sacar adelante la profesión y su trabajo.

10 abril 2013

El periodista de La Marea durante su charla en la UMH.

Mucha gente ha dejado de creer en los proyectos de papel, sin embargo un grupo de periodistas cree en él y han puesto en marcha un proyecto llamado “La Marea”.  Según ellos, el futuro está en el papel, la gente demanda periódicos que cuenten historias diferentes y están dispuestos a pagar por ello. Estos proyectos son difíciles de sacar adelante pero con trabajo y esfuerzo se pueden conseguir.  Al principio lo que menos se haces es escribir, hay que hacer muchas otras cosas antes que requieren dedicación y que no dan ningún beneficio. Las redacciones son pequeñas y en ellas todos se  conocen y confían los unos en los otros, sabes cómo trabaja cada uno y por tanto las ampliaciones se deben hacer poco a poco. Cada nuevo proyecto busca explotar un mercado que no tenga mucha competencia para ser el mejor.

En muchos medios la libertad de prensa no existe. Esto se aprecia en loa editoriales que no tratan los temas a fondo. Sin embargo, nadie puede condicionar al periódico “La Marea” porque no dependen de nadie.

Su modelo de negocio no depende de la publicidad, ya que los ingresos de esta son menos del 15%. Los socios condicionan la publicidad por su código ético, en el que se describe que tipo de cosas no quieren que se anuncien en su diario. Debido a esto no han recibido muchas ofertas de publicistas para anunciarse. Únicamente hay una sección de anuncios breves, de pequeños comercios que no pueden pagar una página entera.

La mayor parte de sus ingresos vienen de su edición en papel. Tienen una página web, pero está no da ingresos. La web no lucha por la última hora, con la poca gente que hay en las redacciones no pueden cubrir todo lo que ocurre. Lo que hacen es al día siguiente dar otro enfoque a la noticias, lo que se conoce como segunda lectura.

En este periódico hay temas como deportes o ciencia que no trabajan, no por nada en especial, si no porque no sabe cómo tratarlo y porque piensan que hay otros compañeros que los trabajan mejor.

Actualmente existe un amplio debate en el gremio sobre qué es mejor si el papel o la web. Son dos soportes distintos en el que la diferencia es cómo se ven las cosas.

Un nuevo paso

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Algunos de los afectados por el ERE del Diario Público decidieron en un determinado momento no quedarse quietos. Y fue así como surgió una cooperativa llamada MásPúblico.

MásPúblico agrupa 40 de los antiguos trabajadores del Diario Público que se unen para no quedar parados tras el cierre.

El producto estrella es el periódico cooperativo La Marea. Este proyecto se define como algo libre de intereses empresariales, libre de masas y políticos. Tal y como afirmó Toni Martínez, ex trabajador de Público y miembro de esta cooperativa en la visita que hizo a los alumnos de la umh el pasado 10 de abril. «Queremos un periodismo que no esté presionado ni por los políticos ni por las empresas». A la vez que afirma que esta propuesta sirve para todos aquellos que quedaron huérfanos tras el cierre sin aviso de Público.

10 abril 2013

Toni Martínez en la Umh de Elche

Se apoyan en la prensa escrita, siguen soñando con ella y la defienden aunque reconocen que al principio y para llegar a todos los puntos, Internet hace una gran inigualable.

Insisten en marcar la diferencia en cuanto al trabajo dentro de La Marea y de la misma cooperativa, pues Toni Martínez afirma que nadie trabaja gratis dentro de este proyecto. Existen tarifas por artículos y fotografías pactadas por los miembros de la cooperativa y visibles para aquellos que quieran participar en el proyecto.

Hasta el momento, La Marea lleva cuatro números publicados y todas y cada una de sus portadas son de lo más peculiares.

Algo que marca una clara diferencia dentro de esta cooperativa y con este proyecto es que la empresa está dividida en dos bloques, siendo el 50% propiedad de los socios y el otro 50% perteneciente a los trabajadores.

Última edición LaMarea

Última edición LaMarea

Lo más importante de todo sea quizá el enfoque que tiene y los ideales que defiende.Todas y cada una de las decisiones son tomadas por los socios, en una asamblea que reúne a todos los miembros siempre que es necesario. Defienden un periodismo libre y sin presiones, están a favor de la igualdad, la justicia justa, la economía controlada, el auge de la cultura, el análisis de las grandes empresas… Se interesan por los movimientos sociales y pretenden ser un medio que pueda ser leído por cualquier persona sea cual sea su nivel socio-económico y cultural.

Toni Martínez defiende este proyecto como un medio libre con la intención de llegar a todos y de dar oportunidades a nuevos periodistas mediante la publicación de sus artículos.

Esta cooperativa, concretamente con el proyecto de La Marea ofrece un nueva alternativa y muestra lo que muchos piensas hoy en día. Quizá sea un paso para empezar a cambiar ciertas cosas.

Los profesionales de esta idea vieron dentro de la crisis que estamos viviendo y dentro del de el cierre de su trabajo, la oportunidad de labrarse un futuro propio,Tuvieron sed de iniciativa y sentimiento de explorar nuevos terreros pisando con la idea de hacer del periodismo un nuevo movimiento que refleje las cosas de un modo mucho más claro.

¿Y por qué no?

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Credibilidad, ésa es la palabra. ¿Cómo podemos aceptar de buen grado todo lo que nos dicen los medios sabiendo que hay intereses ocultos tras cada palabra que se publica? Hoy en día, el periodismo está en auge en las universidades. Pero no en los quioscos. La última encuesta publicada por el CIS acerca de la profesiones peor valoradas de España revela que los ciudadanos de este país no ven con buenos ojos a los periodistas y los sitúan los segundos, después de los jueces.

¿Qué es lo curioso? Que ninguno de nosotros, que vivimos por y para ella, nos preguntemos cuál es el motivo. Todos sabemos qué hacemos mal en esta profesión. Pero la dinámica está cambiando. Medios de comunicación como La Marea tratan de desmarcarse de diarios en declive como La Razón.

Los estudiantes de Periodismo de la UMH pudieron conocer de primera mano cómo hacer periodismo sin autocensurarse. Toni Martínez, fundador de La Marea, explicó a los alumnos cómo decidió dar un paso tan importante como el de crear MásPúblico y cuáles son sus intenciones con esta iniciativa.

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Toni Martínez, fundador de La Marea, explicó a los alumnos cómo hacer periodismo sin intereses empresariales (Fuente: Periodismo UMH)

Toni Martínez trabajaba para el diario Público, hasta que el «trotskista» Jaume Roures, como le gusta llamarle, decidió cerrar el diario echando a la calle a 130 trabajadores, el 85% de la plantilla. De este revés, salieron ocho medios independientes que enriquecen al periodismo. Entre ellos se encuentra la Revista Mongolia, eldiairo.es, Infolibre, y por supuesto, Más Público a la que pertenece la revista La Marea. Según cuenta Toni Martínez, el objetivo de La Marea es hacer «un periodismo libre de intereses particulares, que no presionen ni las empresas ni los políticos, ser un medio transparente y honesto».

Y los que lean esto puede que se estén preguntando: ¿y cómo consiguen tal fin? Sencillo en la teoría, no tanto en la práctica: no dependen de la publicidad. Sus ingresos provienen de las ventas, -Oh, sorpresa-, y de los suscriptores, -Oh, sorpresa mayor-. Es difícil imaginar que una empresa periodística se mantenga en pie de esta forma, mientras diarios consolidados despiden a sus trabajadores aun cuando tienen beneficios. Pero sí, es posible y se llama La Marea.

Una de sus mayores premisas es que su financiación no condicione sus contenidos. Además, cuentan con un Código Ético estricto para la publicidad cuya condición más importante es que no contradiga sus principios editoriales. Algo así como si condeno la prostitución en mi revista, no se anuncian en ella. Lógico, ¿no?

Cabe destacar el diseño, también innovador. Nada tiene que ver con los medios tradicionales, una vez más.

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El paso de Toni Martínez dejó un buen sabor de boca a los alumnos. Dio un halo de esperanzas para todos aquellos que nos despertamos con las malas noticias del paro en la profesión. De la quiebra de medios importantes. La cooperativa, un modelo de negocio poco extendido en este país parece que empieza a caminar a pasos agigantados. La Marea lleva poco tiempo en el mercado, pero han conseguido mucho. En tiempos difíciles siempre hay una salida ingeniosa, que rompa con todo lo anterior para que se vuelva a construir un futuro. Parece que con el éxito de los desterrados de Público se abre un nuevo camino. ¿Llegaremos a afirmar algún día, como hizo Julieta Rudich en referencia a Austria (Jornadas de Periodismo), que en España no hay intereses de empresa en los medios de comunicación?

El reinado del reportaje televisivo y sus súbditos

Este año las tradicionales Jornadas Internacionales de Periodismo esperadas por todo el alumnado han versado sobre el reportaje televisivo, un género que pasa por momento “mimado” por los shares mediáticos.

Entre diferentes debates, ha destacado claramente la polémica sobre el entretenimiento en los reportajes. ¿Es un aliado o un enemigo? La opinión respecto a esta pregunta se ha dividido en puntos de vista opuestos entre los ponentes.

El doctor en Ciencias de la Información y director de los festivales internacionales Telenatura y Urban TV, Bienvenido León, se posiciona en contra en esta cuestión y lo refleja en su primer consejo: no hay que abusar de entretenimiento. León propuso diez claves para “convertir un buen reportaje en un reportaje excelente” a los futuros periodistas. Además, de “evitar” el entretenimiento que surge en los años 80 con la llegada del infoentretenimiento, Bienvenido León propone imitar el modelo de John Reith, el fundador de la BBC, que se basa en informar, educar y entretener, por ese orden. Las críticas que hace al género de infoentretenimiento son la descontextualización, la realidad fragmentada, las presiones comerciales, el predominio de la información popular, declive de lo serio y auge de lo trivial y recalca que ha habido un cambio de los intereses informativos en los últimos años hacia lo morboso, dramático, entretenido y espectacular.

Carlos del Amor en las Jornadas de Periodismo de la UMH

Carlos del Amor en las Jornadas de Periodismo de la UMH

Pero no todas las opiniones fueron en esa dirección. El ponente “estrella” de estas jornadas, Carlos del Amor, opina totalmente lo contrario. El periodista cultural de TVE opina que hay que “darle espectáculo a la sección de cultura para que no baje la audiencia”. Del Amor explicó que en la sección de cultura hay que “pelear cada día para que salga en informativos, incluso en una televisión pública como TVE”. El periodista y recién estrenado escritor con su libro “La vida a veces” no dudo en manifestar la realidad de las audiencias: “La cultura baja las audiencias desde siempre y por eso, hay que hacer el reportaje lo más atractivo posible para que, entre el ruido del hogar, la ama de casa decida mirar a la pantalla que está enchufada por un segundo”. Como consejos para el futuro, propuso tener mirada propia y arriesgar, ser diferentes, hacer nuestro trabajo atractivo, y lo más impactante, hacer cada reportaje como si fuera el último.

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Superman no existe

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¿Triunfar? ¿Ser famoso? ¿Querido por todo el mundo? Tal vez estos fueron los motivos que llevaron al joven periodista de The New Republic llamado Stephen Glass a convertir la ficción en la realidad. Corría el año 1995 y Glass era un recién licenciado de la Universidad de Pensilvania que comenzaba a trabajar en The New Republic como asistente de redacción. Gracias a sus dotes comunicativas, sociales y humorísticas no tardó en hacerse un hueco en la plantilla de la revista. Era querido y admirado por todas las personas de su alrededor: su objetivo principal debido a una infancia complicada en un suburbio de Chicago, posiblemente.

Sus historias eran difíciles de superar, increíbles…nunca mejor dicho.  Había conseguido publicar reportajes inventados, parcial o completamente, en 27 ocasiones. Repito: 27. Se las había arreglado para engañar, sobornar o embrujar con su encanto a primeros redactores, segundos redactores, editores, maquetadores, su director, Charles Lane,  y como no, al destinatario más importante, los lectores.

Un mentiroso compulsivo con grandes dotes para la escritura que apostaba día a día por su historia en el casino de la vida para ganar el amor y la aprobación de todos o perderlo todo de golpe.

Pero ‘su hora’ llegó cuando Adam Pennenberg, periodista de la edición digital de Forbes, fue acusado por su jefe por no haber oído nada de la gran noticia publicada por Glass: «Hack Heaven» (El paraíso del hacker). La historia hablaba de un hacker teenager que rompió el sistema de seguridad de una empresa llamada Jukt Micronics y se ‘cachondeó’ de los directivos de dicha empresa. En ese mismo instante, Pennenberg se puso a investigar sobre la noticia y descubrió el gran secreto mejor guardado de los Estados Unidos: Superman no existe.

Pero ni siquiera Pennenberg pudo parar al superhéroe de Marvel que seguía mintiendo y jurando a su director, Chuck Lane, que decía la verdad. Su obsesión por ser un periodista limpio llegó a tal punto que grabó el contestador de la empresa inventada con la voz de su hermano, creó tarjetas del supuesto manager del hacker y hasta creó una página web de la empresa de la que trataba el artículo. Finalmente y tras durar mucho tiempo a flote entre sus mentiras, se supo toda la verdad. Adam Pennenberg destapó la verdad bajo la inventada historia de Glass y lo tituló: «Lies, damn lies and fiction» (Mentiras, malditas mentiras y ficción). Stephen Glass fue despedido.

La historia del polémico Glass no acaba ahí. A raíz de su historia se grabó una película: «El precio de la verdad» (Shattered Glass, 2003) y Glass cambió de genero y escribió un libro autobiográfico titulado «The Fabulist» (El fabulista). Terminó sus estudios de Derecho y comenzó a buscarse el perdón para ser una persona nueva, con nueva profesión: la de abogado (artículo de LA Times sobre la vuelta de Glass). Por muy surrealista e imposible que sonase que Glass quisiera ser abogado, no lo fue tanto. Después de 4 pruebas sobre Ética suspendidas, finalmente consiguió el ‘perdón’ de la sociedad.

Este caso no es el único que deshonra nuestra profesión. Ha habido muchos otros y nuestro objetivo es evitar que los errores se repitan en el futuro. Dejemos de debatir si el internet matará al papel o si el papel huele mejor que una tableta electrónica y preocupémonos de hacer un buen periodismo promulgando valores legítimos. ¿Podemos?

¿Cuánto vale la verdad?

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Dentro de una prestigiosa revista de actualidad y política estadounidense, «The New Republic» se encuentra nuestro protagonista. Stephen Glass, redactor de esta revista además de articulista propio. Sus artículos convirtieron a Glass en uno de los periodistas jóvenes más solicitados de todo Washington. El prestigio de este redactor que se animó a estudiar derecho por la noches, fue la publicación de dos artículos que desmantelaron una farsa: “Forbes smokes out fake New Republic story on hackers” y “Lies, damn lies and fiction“

La famosa revista no fue capaz de descubrir las mentiras del  joven redactor, tanto es así que dentro del tiempo que Stephen Glass estuvo trabajando en la revista  redacto 21 artículos falsos de un total de 47,Charles  Lane, director de The New Republic, comprobó por sí mismo que el fraude de Glass era real y se había producido durante mucho tiempo.

El caso del este redactor causó furor en todo el mundo. Supuso un escándalo dentro de los medios de comunicación y el periodismo en general, pero además de ello supuso un punto de inflexión para que naciera el debate entre el periodismo tradicional y online. El medio digital se estaba haciendo notar e iba ganando terreno. Dentro de esta disputa entre lo digital o lo tradicional y gracias a este importante fraude, se pudo hablar de buen  y mal periodismo, pues lo importante no es el soporte sino el periodista.

Este enredo es llevado al cine mediante la película El precio de la verdad donde se cuenta toda la historia. La revista online Forbes, destapa las mentiras de Stephen Glass en en The New Republic a raíz del artículo “Hack Heaven”. Stephen Glassen  había inventado fuentes, personajes, escenarios, hechos… Todo se tambalea cuando  es interrogado por el equipo de Forbes y cae ante su jefe, Charles Lane, quien le pide ver todas sus notas y  se descubre que este periodista se inventaba en ocasiones parte de los artículos y que en otras los artículos eran completamente ficción.  Automáticamente fue despedido y el joven Glass se licenció en Derecho. 

Conclusiones:

Contrastar información es algo fundamental dentro de un medio de comunicación. En la película de puede apreciar como los artículos de Glass pasan todas y cada unas de las revisiones y nadie se percata de nada, cabria poner en duda el método de filtración de datos y fuentes que utiliza TNR. Esta claro que el director debe depositar confianza en sus periodistas, pero no por ello deja de ser director y no por ello debe darle importancia solo a lo que se publica sino también a como se publica.

El poder puede jugar malas pasadas. El ejemplo ocurrido en TNR muestra como por el simple hecho de que una noticia este publicada en un gran medio, ya por ello deber ser una realidad. La influencia del poder sobre los ciudadanos hace que miremos el nombre del periódico y cuando lo abrimos creamos que todo es cierto, solo por la importancia de dicho medio.

Cuando no existe una relación entre periodista y verdad, podemos decir que no hay periodismo y que por tantoesa persona no está ejerciendo la profesión. En el mundo del periodismo solo puede haber lugar para la verdad y esa verdad debe ir ligada a las buenas prácticas del profesional. Sobre todas las cosas un buen periodista debe amar su profesión y ello conlleva amar la comunicación y la veracidad.

La responsabilidad que tiene un periodista ante la sociedad es inmensa. Se debe ser consciente de que lo que se publica va a ser leído por muchas personas y que puede llegar a influir en ellas, por lo tanto solo aquellos capaces de aguantar esa responsabilidad podrán ser periodistas.

Un periodismo saludable

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EL PRECIO DE LA VERDAD

Stephen Glass fue redactor de plantilla para la prestigiosa revista de actualidad y política The New Republic y articulista por cuenta propia para publicaciones como Rolling Stone, Harper’s y George. A mediados de los 90, sus artículos convirtieron a Glass en uno de los periodistas jóvenes más solicitados de Washington, pero una extraña cadena de acontecimientos detuvo de pronto su meteórica trayectoria. «El precio de la verdad» es el estudio de un personaje con mucho talento y a la vez muchas flaquezas; también es una reflexión acerca de la profesión que protege las libertades mediante la búsqueda de la verdad, y lo que ocurre cuando la confianza del lector se ve traicionada. En 1998, pocos meses después de ser nombrado director de The New Republic, Charles Lane despidió a Stephen Glass por inventarse un artículo que apareció en la revista con el título «Hack Heaven» («El paraíso del hacker»). Este  artículo de actualidad empresarial describía con detalle las andanzas de un pirata informático menor de edad cuyo representante logra un lucrativo negocio extorsionando a una compañía de software que había sido una de las víctimas del pirata. «Hack Heaven» fue el último artículo que llegó a escribir Glass, pero no fue la primera vez que el periodista se había tomado libertades en la forma de retratar la realidad. Finalmente se supo que Glass se inventó la totalidad o parte de los hechos que plasma en 27 de los 41 artículos que escribió para The New Republic.

Este no fue el único caso de ficción en el mundo del periodismo. Una periodista del Washington Post, Janet Cooke, ganó un premio Pulitzer por un reportaje que hablaba de un niño adicto a la heroína con tan sólo 8 años. Cooke fue investigada y descubrieron dos cosas. La historia era de ficción y además, ella tenía un curriculum de mentira.

La llegada de los medios digitales es objeto de debate cuando lo comparamos con los medios tradicionales. Este es un tema que se trata en el libro New Paper de Albert  Montagut. Es mentira creer que los medios tradicionales son fiables y los digitales no. Si un periodista que trabaja en una redacción tanto de un medio digital como tradicional, quiere mentir o publicar falsa información lo va a hacer. Da igual en el medio en el que trabaje.

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Estas son las conclusiones tras ver la película:

El Instrumento principal de un periodista son las fuentes para lanzar toda la información.

Las personas que se dediquen a la profesión tienen que cuidarla y entregarse en todo lo que puedan.

El mundo de la información, el informador tiene que ser leal. Por un periodismo sano

Las noticias de ficción no son noticias.

A pesar de todo, creo que existe un periodismo veraz, bueno y responsable. Los que nos vamos a dedicar a esta profesión tenemos que cuidarla y nunca perder los valores para informar bien.

Esta es una película que nos pone a reflexionar  en que a veces no sabemos que una mentira puede perjudicar demasiado, también de que no sabemos cuántos más Glass hay en los medios de comunicación. Mi opinión es que siempre debemos decir la verdad, sino nuestra ética profesional quedará perjudicada en el mundo del periodismo.

Mentiras y periodismo, antagonistas

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Stephen Glass

Stephen Glass. Así se llama el hombre que se quiso convertir en el periodista más laureado de Estados Unidos. ¿Cómo? Mintiendo. Inventándose historias que después publicaba en The New Republic, un prestigioso periódico donde habían colaborado personajes de renombre como George Orwell, Virginia Woolf o Philip Roth, entre otros. Sin lugar a dudas, una historia real e interesante que recoge la película “Shattered Glass” (El precio de la verdad).

Stephen Glass era un joven periodista querido dentro de la redacción de The New Republic. Contaba sus historias en primera persona, de una forma cinematográfica. Con el artículo Spring Breakdown varios afectados mandaron cartas al diario para desmentir su información, pero no fue hasta la publicación de Hack Heaven cuando se destapó el escándalo. El artículo trataba de un hacker de 15 años al que contratan como consultor de seguridad en la empresa Jukt Micronis después de haber entrado en su sistema informático y expuesto sus debilidades. Todo falso.

Adam Penenberg, redactor del diario online Forbes, especializado en noticias sobre internet y las nuevas tecnologías, quiso investigar la noticia publicada por Glass porque no entendía cómo se le podría haber escapado a él dicha información.

Descubre que la empresa Jukt Micronis no existe. Mediante una conferencia telefónica con

el director de The New Republic, Charles Lane, y el propio Glass, trata de cotejar datos y números de teléfono que descubre que son falsos. El paso que da Penenberg es el más importante de toda la historia y determina el futuro de Stephen Glass. Finalmente Adam Penenberg publica sus «Mentiras, malditas mentiras y ficción» sobre el tema, destapando el caso del periodista de The New Republic . Si este reportero de Forbes, un diario online que acababa de nacer, no llega a investigar dicho artículo y trata de llegar hasta el final del asunto, para Glass habría sido otra historia más que encand

ila a los lectores y sus compañeros de redacción.

Tras este escándalo, cabe preguntarse si la confianza entre redactor-director es suficiente y sucedáneo de los sistemas tradicionales de control de calidad y veracidad. En la película el director del diario llega a afirmar que le tuvieron en plantilla porque les parecía divertido. Ambos directores que trataron a Stephen Glass sentían debilidad por el benjamín de la redacción. Logró saltarse los controles que, como cuentan los protagonistas, no son frágiles. Todo era revisado por editores quienes evaluaban la calidad y el contenido de la historia. Luego, los fact checkers verificaban cada detalle. Otros editores pulían el estilo de escritura y los abogados buscaban posibles problemas legales. Y luego, una vez que la historia estaba terminada, todo el proceso se repetía una vez más.

También deberíamos replantearnos si todo vale por la fama y el reconocimiento en la profesión. Muchos otros casos de reportajes inventados como el de Janet Cooke alegaron la presión que sentían desde el periódico para llegar a tiempo con un reportaje nuevo a la redacción. Son muchos periodistas los que sienten dicha presión, y parece que es un sentimiento generalizado. La mayoria solventan esa situación de una forma sana, y otros inventan historias para complacer a los altos cargos.Está claro que este hecho es un caso aislado y para nada es la práctica habitual en periodismo. Pero no es el primer caso ni el último.

Web falsa de Jukt Micronis

Llama la atención la tenacidad del periodista que llega incluso a pasarse la noche en vela para crear una web de la empresa ficticia (imagen derecha) y unas tarjetas de visita. También la agudeza para salir del paso en cada pregunta molesta de su director.

La falta de ética en este caso es evidente. Y ante eso, no se puede hacer nada. No se trata de la profesión, sino de la persona. Años después se puede demostrar que Stephen Glass, no ha aprendido nada. Sacó un libro llamado El Fabulista, sigue lucrándose de sus mentiras. Una vez licenciado en Derecho, le costó pasar los exámenes éticos para ejercer la abogacía. En 2012, 14 años después de haber empezado en New Republic, ha logrado aprobar el examen y comienza una nueva vida.

Aquí os dejo el vídeo de la entrevista en la CNN sobre su libro, y en consecuencia, sobre los 27 artículos inventados (de 41 publicados). Sólo para eruditos en lengua inglesa.

Con historias como la de Stephen Glass queda demostrado que el rigor, la verificación y el buen periodismo no son cualidades que obedezcan al tipo de medio en el que se publique: si son medios online o tradicionales. Son aspectos que dependen exclusivamente de los periodistas que integran la empresa al completo. El pensamiento de que los diarios online carecen de rigor y autenticidad existe. Pero en la práctica no es real. Periódicos nacidos en internet como eldiario.es son reconocidos por su buen periodismo. Llevan poco tiempo en marcha y es apresurado dar un veredicto, pero por ahora no se les conoce escándalo alguno. Está integrado por periodistas de prestigio, con experiencia y no por ser un medio online van a dejar de lado las buenas intenciones que venían practicando en otros medios de comunicación.

Por otro lado, ser un medio tradicional no es garantía de buen periodismo, como se puede ver con el caso de Stephen Glass, Janet Cooke (que logró el Premio Pulitzer con un reportaje falso publicado en Washington Post) y Jayson Blair (New York Times), entre otros. O uno más reciente y cercano, el caso del diario El País publicando las fotos de Chávez tanto en su versión online como en la tradicional, teniendo que salir en los quioscos más tarde que sus compañeros por retirar de la portada la foto de la discordia.

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Albert Montagut: “El periodismo es explicar lo que te sorprende”

Ficha del libro

Título: NewPaper. Como la revolución digital transforma la prensa

Autor: Montagut, Albert

Editorial: DEUSTO (Grupo Planeta)

Fecha y lugar de la edición: Noviembre 2012, Barcelona

Número de páginas: 432

 

Albert Montagut destaca por  representar los ideales del periodismo clásico. Ha sido corresponsal en Washington de El País, director de la edición de El Mundo en Cataluña y adjunto a la dirección de El Periódico de Catalunya. Asimismo, dirigió el diario ADN desde su nacimiento en 2005 hasta su cierre en 2011.

 NewPaper (Deusto, 2012), estudia en profundidad qué efectos ha tenido en la prensa la revolución digital, y dibuja en el futuro del periodismo tantas promesas como incertidumbres. Entre los testimonios recogidos por el autor, figura una lista de nombres entre los que no quisiera olvidar a Juan Luis CebriánPedro J. RamírezGumersindo LafuenteJosé AntichIgnacio EscolarAntonio Franco y José Antonio Zarzalejos.

Montagut se sienta frente a mí con un aire cordial y entusiasta. Al preguntarle a bote pronto sobre el mal momento por el que pasa la profesión, me responde con un presagio: «Yo creo que vamos a un punto en el que el periodismo tiene una última oportunidad en España.  Si no es la última, es una de las últimas.»

 Montagut explica en el libro que el online debería servir para revitalizar el periodismo como una herramienta básica en la sociedad.  El periodismo tendría que mantenerse como una forma de compromiso social, como una forma de contar las cosas. No sencillamente un corta y pega o una transmisión automática de teletipos, sino algo más.

PORTADA-LIBRO-SPB0210996-MAXHemos de recuperar el periodismo. Y precisamente es el verdadero periodismo lo que nos ha de ayudar a que la convergencia 
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 sea la adecuada. Me refiero tanto a los grandes medios como a los nativos digitales. La fórmula es evidente: clasicismo en los conceptos, con la energía añadida por los jóvenes, a través de sus nuevos lenguajes y herramientas.

Cuando en 1995 llegó Internet a nuestro mundo, mucha gente no se dio por enterada.  Andrés Gil aparece en el libro explicando este dato. Cuando llegó a la Escuela de El País, una persona muy relevante le dijo: «El que vale, vale, y el que no, va a la web». Esto lo hemos estado viviendo hasta hace cuatro días.

Este “medio” exige diferentes formas de trabajo y de perfil profesional. Un periodista es un periodista y añade que “es un tópico diferenciar entre periodistas digitales y de papel”.  En este sentido Montagut acierta al sentenciar que los periodistas son quienes sirven para hacer preguntas.

No solo la creación de información es continua, también lo es la recuperación. Una palabra en un buscador y el usuario tiene a su disposición el bisturí para hacer una autopsia del pasado. También cambiaron las normas en cuanto a los contenidos, que exigen nuevas reglas de escritura y se enriquecen con el empleo de audios, videos, infografías e incluso tecnología 3D. La viabilidad de vincularlo todo, hace que la información sea más completa y que el lector pueda profundizar en los conocimientos de forma inmediata. Esta posibilidad ofrecida por los avances tecnológicos afectaron a los lectores, que no siguieron la lectura del periódico online como el tradicional desde la portada hasta la contraportada. El proceso de lectura dejó de ser lineal y, como bien matiza el autor, las empresas periodísticas no pudieron asegurar que el lector explorase toda la información y con ello la publicidad que llevaba asociada

 

 

Crisis del periodismo

“Sería un error pensar que cuando pase la crisis económica en España tendremos un periodismo más democrático, más preparado. No es cierto”.

Albert Montagut cree que la crisis del periodismo va más allá de la de las finanzas y que en realidad el estado de la profesión se está viendo dramáticamente afectado a su vez por tres crisis: una por “exceso de politización”, que afecta a la independencia, otra por “falta de reporterismo”, relacionada con los conceptos anteriores, y otra por la “llegada de la tecnología”.

Para Montagut, la llegada de internet lo ha cambiado todo: “La cronología de internet es la de uno de los desastres y de los despropósitos más grandes que se conocen. Teníamos la revolución en la mesa de al lado y no nos dábamos cuenta”, ha explicado, al tiempo que ha afirmado que “a día de hoy todavía hay periodistas que se sienten despreciados si del entorno print se van al online”.

“Internet no sólo está aquí para quedarse, nos ha cambiado la vida para bien”, ha concluido.